Esta exposición es el festejo del nombramiento de la obra de Vlady como Monumento Artístico de México, distinción que sólo han alcanzado 10 artistas. El poner en diálogo a Rembrandt con Vlady, es sólo prolongar una interlocución artística que inició cuando Vlady era apenas un niño de cuatro o cinco años y empezó a visitar el Museo del Hermitage, situado a unos minutos de su hogar infantil en San Petesburgo y que duró toda su vida. En conversaciones con el propio Vlady, me señaló que las pinturas, dibujos y grabados de Rembrandt que vio en aquel entonces, se quedaron en su imaginario para siempre y que recorrió los museos del mundo buscando la obra de este artista, con quién tenía un dialogo a través de la técnica y la luz de los cuadros pictóricos y los aguafuertes. Muchos de los grabados incluidos en esta exposición, fueron vistos por Vlady en aquellas sesiones iniciáticas del Hermitage pero también, fueron reencontrados en exposiciones alrededor del mundo. En tiempos de Rembrandt no existían las ediciones limitadas y prácticamente este holandés es uno de los inventores del grabado como género artístico autónomo y no supeditado a la industria editorial. Eso hizo que conozcamos muchos estados de sus estampas, pues Rembrandt regresaba a la placa durante años, explorando nuevas sutilezas del claroscuro, modificando la composición original o agregando objetos y detalles. Vlady siguió el mismo camino y casi nunca cerró sus ediciones, sus placas fueron siempre un continuo laboratorio de la línea. Las placas de Rembrandt permanecieron girando en talleres de grabado tras la muerte del artista, se imprimieron muchas estampas y colecciones como las que hoy mostramos ya del siglo XIX. La historia de las placas de Rembrandt, sus muchas impresiones, las intervenciones que tuvieron algunas de las matrices y cómo fueron a parar en Estados Unidos con un último coleccionista e impresor, es una de esas novelas que se esconden en la Historia del Arte. Para México es un gran regalo del liberal poblano José María Lafragua, quién mandara a México durante su estancia en Europa como Representante Comercial y político del gobierno de Benito Juárez, estas estampas y muchas otras obras de arte y libros muy valiosos para el uso de los alumnos de la Academia de Arte de Puebla. Depositados hoy en la Biblioteca José María Lafragua de la BUAP, agradecemos la generosidad para compartir en Centro Vlady la obra de uno de los más grandes maestros de la Historia del Arte quien fuera uno de los maestros más importantes de Vlady puesto que él no acudió a más academia que el estudio de la obra y técnicas de los pintores que le apasionaron.
Rembrandt nació y vivió en el Siglo de Oro Holandés, cuando este país se convirtió en la primera potencia capitalista de Europa. Vlady nació a principios del siglo XX en la Rusia revolucionaria, en el centro del primer estado socialista del mundo. El padre de Rembrandt era campesino dueño de un Molino de Viento, Vlady fue hijo del escritor revolucionario Víctor Serge. Ninguno de los dos siguió los pasos de sus padres y realizaron en el arte todo su quehacer profesional, ambos se rebelaron a las academias y modas, realizando un arte personal y una carrera siguiendo sus intereses y deseos individuales, negando incluso sus etapas y aliados anteriores, o como en el caso de Vlady, confrontándose directamente con las corrientes artísticas que el mismo construyó e impulsó en algún momento. Fueron ambos irreverentes en el arte, Rembrandt realizó escenas eróticas en su siglo XVII y otras escatológicas que rompían con la moral de su época y que podemos apreciar en sus magistrales estampas, en otras obras tuvo la osadía de pintarse un autorretrato bajando al Cristo de su cruz. Vlady hizo la primera exposición enteramente erótica en el México de 1968, acompañando el grito del movimiento cultural y político de los jóvenes que incluía la liberación sexual; en sus murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada incluyó a una guerrillera asesinada por el gobierno de Echeverría que le estaba pagando esas pinturas. Su irreverencia fue además artística, pues Rembrandt elevó el arte del grabado a un género más de las Bellas Artes y a pesar de su admiración por el colorido Rubens, él desarrolló su pintura en el claroscuro extremo. Vlady fue uno de los padres e impulsores de la llamada Ruptura, pero desarrolló una estética en que balanceaba elementos del arte moderno con las técnicas y enseñanzas de los grandes maestros del Renacimiento Italiano y del Siglo de Oro de Holanda. Dos genios que pudieran mostrarse en los mejores museos del mundo y que el Centro Vlady de la UACM pone a disposición del público de México.
Fernando Gálvez de Aguinaga
Curaduría: Silvia Vázquez Solsona, Fernando Gálvez de Aguinaga, Tonatiuh Gallardo
Museografía: Teodoro Aguilar
Registro de obra y organización: Minerva Franco Guerrero, Maricela Zúñiga.
“Si alguien dijera un día de nuestro trabajo: restauró la mirada, la mirada perdida del siglo XVI, entonces habré cumplido mi cometido. ¿Cuál mirada? La que hace del cuadro un sistema de volúmenes en la luz y sombra. Aquella que Rubens hizo luminosa al máximo, y Rembrandt, su más conspicuo opositor, haciendo luz en las tinieblas más oscuras. Pintores que hacen de la luz y de la sombra un infinito, por el inigualable conocimiento de la lógica de los materiales.” Vlady
En estas palabras de Vlady encontramos el corazón de la apuesta estético-material que este artista integral desarrolló y sostuvo a lo largo de su vida. Me permito afirmar que Vlady restauró la mirada de los antiguos maestros de la pintura a través de sus pinceles; en la mayor parte de sus obras encontramos una relación dialéctica entre las luces y las sombras, la vida y la muerte, el bien y el mal, la revolución y el terror; elementos contrarios que se sintetizan a través de una materialidad pictórica que asegura a Vlady que podrá dar perennidad a la memoria histórica de las disidencias acaecidas que nos presenta en sus obras.
Podemos apreciar que Vlady propone la recuperación de la mirada del siglo XVI con la pintura del siglo XVII. Esta afirmación se basa en un fino estudio de los materiales y procedimientos de aplicación de la pintura. En este sentido, Rembrandt forma parte de esta tradición que permite aprehender el mundo desde el conocimiento técnico y material de su disciplina. Esta manera de pintar es algo que caracteriza a ambos artistas, permitiéndoles capturar la esencia del alma humana a través de la maestría en el manejo del color y la luz.
En los cuadros de Rembrandt y Vlady el fulgor y las tinieblas se encarnan en una materialidad basada en una técnica mixta que implica el uso de temple, colores resinosos, esencia de trementina; así como la aplicación de capas superpuestas de pintura en forma de veladuras y, por otro lado, una gestualidad única que podemos encontrar en el uso de sus impastos. Estos elementos materiales y lógicas de aplicación pictórica están asociados con la tradición de la técnica veneciana que, según Max Doerner, inició con Tiziano; una lógica material que centra sus esfuerzos en la mancha, el color y los fondos coloreados, otorgando a estos elementos una importancia estelar, y que transmutan las formas de mirar y percibir el mundo que nos circunda a través de las técnicas y la materialidad concreta. Si bien Doerner dedica un capítulo específico a la técnica de Rembrandt, vemos cómo sus lógicas de aplicación recuperan la mirada y conocimiento pictórico del S. XVI que tanto admiraba Vlady. Aunque en la presente exposición no contamos con obras pictóricas de Rembrandt, podremos apreciar en los cuadros de Vlady algunas enseñanzas pictóricas que el artista ruso-mexicano rescató al estudiar la obra del pintor neerlandés.
En esta muestra curatorial se puede apreciar que en la obra gráfica de Rembrandt y Vlady se materializa un modelo para entender sus miradas. Para ellos el dibujo no es un simple esquema de la forma; sino una construcción de luces, sombras y tonalidades que desde un lenguaje monocromático anuncian su sensibilidad pictórica. Las líneas no sólo son figuras, sino las formas que habilitan la posibilidad de crear profundidad espacial, opacidad, refulgencia, y modelados. La mirada de Rembrandt se entrelaza con el universo plástico de Vlady, quien se apropia de esta forma de observar, y logra reinterpretar esta sensibilidad estética del pasado llenándola de un contenido iconográfico propio y bastante significativo para su propia época. Esto se hace patente en el diálogo entre Rembrandt y Vlady que presentamos en estas salas. Esperamos que estas obras que van del dibujo, al surco y la tinta, hagan palpitar las pupilas y corazones de sus espectadores.
Silvia Noemi Vázquez Solsona
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