El maíz no es un producto agricola más para México, es el eje en torno al cual se contruyen la identidad y desarrollo de las diversas naciones indígenas y la trama mestiza que configuran nuestro país. Si este grano es mítico para nuestro pueblo y si se encuentra en las religiones precolombinas, en los mitos y leyendas, en las más diversas tradiciones orales, rituales y artesanales de hoy día y el pasado, es porque la sistematización de su cultivo permitió el desarrollo de las grandes civilizaciones y la sobrevivencia de las múltiples comunidades desde hace por lo menos 10 mil años hasta nuestros días. La tortilla es la rueda motriz de nuestra cultura, es el sol y la luna que surge desde el cielo caliente del comal hacia todos nuestros amaneceres y noches, nos alimenta y por lo tanto nos mueve como conjunto humano a la población mexicana. El cultivo de esta planta requiere de la participación humana para su desarrollo, siembra y cosecha, sin el hombre el teocintle no hubiese crecido hasta tener la gran mazorca que hoy se desarrolla en decenas de variedades de maíz: sin el hombre el maíz no crece y sin el maíz el mexicano no vive. El campesinado mesoamericano no sólo generó este grano comestible, sino que creó el sistema de cultivo híbrido y colaborativo llamado “milpa”, en el cual una serie de plantas colaboran en el buen desarrollo de su producción agricola, siendo la base de esta siembra mixta el maíz, el frijol que crece enredándose en la caña del primero y nitrogena la tierra, y la calabaza, que repta por el terreno haciendo que sus hojas capturen la humedad del terreno tras la lluvia o el riego, impidiendo que se evapore hacia la atmósfera y manteniendo húmedos los surcos. En la milpa caben muchísimos cultivos que crecen a la sombra del maizal: chiles, quelites, hierbas medicinales, jitomates y tomates verdes, chayotes, lechugas y hasta frutas. En los límites de las parecelas también se siembran nopales y magueyes, que además de proporcionar otros alimentos y bebidas, también ayudan a evitar la entrada de animales grandes a depredar la siembra, así como los chiles colocados estrategicamente alejan algunas plagas. Hasta la adeversidad se convirtió en círculo virtuoso dentro de la milpa, pues el hongo que ataca el maíz: el huitlacoche, es hoy una de las grandes delicias gastronómicas de nuestra cocina. Este sistema colaborativo de las plantas en la milpa, ha demostrado su eficacia y rendimiento a lo largo de muchos siglos, gracias al mismo en nuestro territorio se desarrollaron culturas como la Olmeca, la Zapoteca, la Maya, la Mixteca o la Mexica entre otras, mismas que por su sofisticación y desarrollo son tan relevantes como cualquier gran cultura del mundo: Egipcios, Persas, Griegos o Etruscos. Pero más allá de ese inmenso desarrollo de los pueblos precolombinos, el maíz y la milpa han sido base del sustento del conjunto humano de nuestro país hasta nuestros días. La gran sofisticación gastronómica de México ha tenido al maíz y los productos de la milpa como ingredientes centrales a lo largo de milenios, lo que llevó a las cocina mexicana a ser la primer tradición culinaria del mundo en ser nombrada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Así pues, el gobierno de México, a través de diversas instancias que incluyen a la Secretaría de Cultura, ha implementado una campaña para la defensa y promoción del maíz nativo, sus más de sesenta variedades, sus formas de cultivo tradicional y el tipo de alimentación saludable que produce la milpa. Todos esos programas requieren crecer, expandirse y profundizarse porque son estratégicos para el desarrollo nacional. La salud de nuestra población es custodiada a través de la defensa de este cultivo, así como nuestra cultura e historia. El rechazo a las semillas transgénicas (que estudios científicos comprobaron su carácter dañino), implica mantener a nuestro pueblo sano y conservar el patrimonio milenario de las diversidades de maíz y alimentos que México ha aportado a la gastronomía global, haciendo que muchas de las cocinas del planeta y la sobrevivencia de cientos de millones de personas sean impensables hoy día sin productos como el maíz, el jitomate, el chile, el cacao o la vainilla. Las pretensiones de empresas de privatizar las semillas y acaparar en unos cuantos negociantes la alimentación de la humanidad, debiera tener el rechazo de todos los gobiernos, puesto que lejos de solucionar el tema del hambre lo profundiza y convierte en enfermedades la comida. Los artistas que desarrollaron grabados y litografias de esta exposición abordaron unos el carácter pródigo y luminoso que ha tenido la milpa para México, mientras que otros trabajaron en torno al carácter destructivo de la agricultura industrial, con sus semillas tóxicas y sus plaguicidas y productos nocivos para la salud. Esta es una exposición colaborativa como la milpa, entre artistas de diversas generaciones originarios de diversos sitios del país, con el Taller de Gráfica del Complejo Cultural los Pinos y ahora el Centro Cultural Casa Talavera de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Casa Talavera y los vestigios precolombinos que se encuentran en sus ventanas arqueológicas y en el predio contiguo, muestran uno de los puntos señalados en la llamada Tira de Peregrinación o códice Boturini, así como en los textos del historiador y nieto del emperador Moctezuma Fernando Alvarado Tezozómoc, como el lugar en el que nació el primer Mexica de la Isla de México Tenochtitlán. Así pues, este barrio prehispánico conocido también como Temaxcatitlán, es uno de los primeros de la futura gran capital del imperio Mexica, la cual pudo desarrollarse gracias a el desarrollo extendido de la técnica agricola de la chinampa, consistente en ganarle terreno a las orillas de la tierra para generar parcelas que debajo del subsuelo tenían agua, lo que permitía una húmedad intensiva que amplio hasta cuatro cosechas al año el ciclo del maíz.
Una exposición como esta, se repartirá a cada Estado de la República, para que desde el arte aportemos a la promoción y defensa del producto y el agrosistema que nos dan identidad y sustento en todo México: el maíz y la milpa y la chinampa.
Fernando Gálvez de Aguinaga
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