Exposición: Alejandro y Lucio SANTIAGO

La Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a través del Centro Vlady, 

presenta: 

 

Alejandro y Lucio 

SANTIAGO

 

La Huella

Fernando Aceves Humana 

Daniel Lezama 

Nicolás Guzmán  

Oscar de las Flores  

Uriel Marín  

 José Villalobos  

Olegario Hernández  

Ivan Bautista 

Gilberto Aceves Navarro  

Greta Pruneda  

 Ezequiel Ortega 

Ruben Bonet 

Daniel Barraza  

Tawan Wattuya 

 

Hasta el 20 de octubre

Centro Vlady-UACM

Goya, 63, col. Insurgentes Mixcoac, alcaldía Benito Juárez, metro Mixcoac      

 

Alejandro Santiago, artista zapoteca nacido en la Sierra de Oaxaca, en Teococuilco de Marcos Pérez. Siendo niño migró a la capital oaxaqueña, donde inició estudios artísticos a los 12 años en el CEDART, secundaria perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes. Después, se convertiría en el más original y destacado de los pintores y grabadores que estudiaron bajo la batuta de Roberto Donis, en el taller que impulsó Rufino Tamayo con su propio nombre en 1974. Alejandro exploró muchos géneros artísticos, sus pinturas, grabados y esculturas en diversos materiales, son absolutamente expresionistas a partir de los años ochenta y tras recibir la influencia de la Transvanguardia Italiana y los Nuevos Salvajes alemanes, generando un estilo muy apartado de los modelos de la escuela oaxaqueña de pintura que dominaba a su generación. Santiago era explosivo en el dibujo, la forma y el color, reciclaba materiales y soportes en su trabajo, le apasionó realizar cuadros monumentales y grandes proyectos escultóricos, donde abordaba temáticas sociales, como si los temas “importantes” le parecieran dignos de lo monumental. Tuvo oportunidad de exponer su obra en Estados Unidos, Francia, Italia, Perú, Brasil y todo México por mencionar algunos lugares. A su vueltade vivir tres años en  Paris, descubre que su pueblo ha quedado casi desierto por la migración. Su propia hermana, sus primos y tíos, su familia ha salido de Teococuilco en busca de mejores oportunidades de vida. Entonces decide  viajar él mismo como ilegal, cruzar la frontera para recoger vivencias y realizar su más afamado conjunto escultórico 2501 Migrantes, que se presentaría en el Foro Universal de las Culturas en Monterrey en el año 2006. Aquella instalación iba a sustituir con una escultura cerámica, de casi tamaño real, a cada migrante de su pueblo, en una impresionante instalación de más de una hectárea de esculturas. Una segunda versión en escala pequeña, la tituló Familias Migrantes y mostramos aquí 9  de las 360 piezas que la conforman. Alejandro hizo esta obra masiva por cinco años para que la gente se perdiera en el descomunal fenómeno de la migración y se identificara con las personas más desposeídas pero más honestas del mundo, que dejan todo para buscar sustento y trabajo.  Otro tema recurrente de Alejandro fue la mujer, por ello y en defensa de los derechos de la mujer realizó al final de su vida las pinturas monumentales 20 Murales y una Mujer Desesperada,  donde cada cuadro de 12 por 7 metros,  o de 5 por 9, tenían que ser resueltos en una sola jornada de trabajo, sin dormir, haciendo homenaje a las interminables jornadas de labores y trabajo que las mujeres desempeñan en su papel múltiple de profesionistas o trabajadoras, madres, amantes, trabajadoras en la casa.  Paralelamente a
esos trabajos pictóricos inmensos, realizó múltiples grabados  y litografías.  

Alejandro Santiago fundó junto con su hijo Lucio el taller La Huella Gráfica, después abrió El Espacio Escultórico la Telaraña donde fui director e hicimos exposiciones de Helen Escobedo, Hersua, Adán Paredes, Jorge Yázpik y Jorgen Haugen Soerensen, entre muchos otros. También fundó el  Laboratorio de Arte La Calera, Nave Central, en donde se presentaron exposiciones y eventos tan relevantes como los Performance de La Pocha Nostra encabezados por Guillermo Gómez Peña, otro gran artista que suele trabajar en torno a la migración y los híbridos identitarios; también la artista Nicola López realizó una intervención en el espacio casi al mismo tiempo que intervino en el Guggenheim de Nueva York, estas obras de gráfica expandida para la Calera fueron realizadas por el taller la Huella Gráfica in situ.  Así este homenaje a diez años de su fallecimiento, nos quiere mostrar un diálogo creativo entre Alejandro y su hijo Lucio, y algunos de los artistas que han pasado por el taller de grabado que se ha mantenido imprimiendo arte. Es gran noticia que el Espacio Escultórico la Telaraña halla reactivado sus exposiciones y que incluso esté publicando una revista cultural.  Alejandro siempre dijo que al morir se iba a transformar en Zopilote, y los que vivimos sus historias lo vimos muchas veces anticipando la metamorfosis final, montado en sus silla de montar voladora, abriendo las alas en su rancho también llamado “El Zopilote”, volando entre las esculturas de migrantes o una comida con 50 artistas italianos que trajimos para exponer en sus instituciones. Hemos constatado estos diez años, que el vuelo del Zopilote, sigue aquí entre nosotros, lanzando graznidos desde el aire y sus pinturas, como el significado de su natal Teococuilco que en náhuatl quiere decir: “Lugar donde gritan los animales pintados”. 

Fernando Gálvez de Aguinaga

 

En el marco de la presente exposición, celebramos que Vlady recibió la declaratoria como Monumento artístico de México. En una sección de esta sala podrán observar un diálogo entre las obras de Vlady y Alejandro Santiago; ambos artistas reflejan las dificultades del movimiento forzado de las corporalidades de un espacio geográfico a otro. Aunque el exilio y la migración son dos fenómenos que pueden relacionarse, las situaciones que los obligan a desplazarse no son las mismas. 

El exilio o destierro es la imposición de abandonar un territorio, y suele tener su origen en la persecución política, racial o religiosa. Los exiliados se quedan en un mundo sin visados y no tienen un lugar de resguardo. Vlady llegó a México en 1942 acompañando el exilio político de su padre Victor Serge, y aquella deriva geográfica que ambos vivieron fue registrada por el pintor a través de sus dibujos de juventud; y algunas de estas piezas cuyo valor histórico es inigualable, se pueden apreciar en esta exposición. En el libro Memorias de un Revolucionario de Serge, se muestra una estampa de este periodo, y
sus letras hacen evidente el compromiso político que caracterizó al personaje histórico, desde su situación de desterrado:

“Exiliado político de nacimiento, he conocido las ventajas reales y los pesados inconvenientes del desarraigo. Ensancha la visión y el conocimiento de los hombres; disipa las nieblas de los conformismos y de los particularismos asfixiantes; preservar una suficiencia patriótica que no es en verdad sino mediocre contento de uno mismo; pero constituye en la lucha por la exigencia un handicap más que serio. He visto nacer la gran categoría de los “apátridas”, es decir  los hombres a los que las tiranías niegan hasta la nacionalidad. En cuanto al derecho de vivir, la situación de los apátridas, que son en realidad los hombres más apegados a su patria, la patria humana, no puede compararse sino la del hombre “sin confesión” de la Edad Media que, sin amo ni soberano, no tenía derecho ni defensa, y cuyo nombre se ha convertido en una especie de insulto [...] la mayoría de los Estados modernos se han hecho cómplices de la persecución de esos defensores de la libertad.” (V.S)

La migración, por otro lado, es el acto de trasladarse de un espacio a otro, generalmente en busca de mejores oportunidades de vida; se trata de una especie de autoexilio que resulta de una base socioeconómica sumamente desfavorable para determinadas poblaciones, por ello, los migrantes suelen ser comunidades enteras que se desplazan. Debido a las características de los movimientos migratorios muchas personas pierden la vida en el intento de llegar a otro territorio. Alejandro Santiago, en su obra Los Migrantes, elaboró 2501 esculturas que representan a mexicanos que buscaban cruzar la frontera para tener mejores oportunidades económicas para ellos y sus familias, estos hombres desaparecidos se encarnan nuevamente en el barro de la tierra de dónde tuvieron que irse. En las obras de Vlady y Alejando Santiago podemos sentir la aridez y el inquebrantable espíritu de aquellos que pasaron por la migración y el exilio.

Silvia Noemi Vázquez Solsona 

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